A veces, hace falta muy poco para darse cuenta de los pequeños placeres de la vida. Cales Fonts, es un claro ejemplo. Es un lugar precioso para pasear, cenar o simplemente tomar algo.
Uno no puede irse de Menorca sin conocer este pequeño puerto dentro del gran puerto, capricho de algún dios que quiso diseñar la cuna perfecta para los llauts menorquines. Por la noche, las luces del pueblo asomado en el acantilado y las de los restaurantes a pie del muelle, bailan reflejadas en el agua acompañando a las pequeñas barcas de pesca amarradas. Es el escenario perfecto para una cena con sabor a mar… o con otro sabor, porque la variedad de restaurantes y bares nos dejará elegir el menú y el precio a nuestro gusto. En las noches de verano, el paseo se complementa con un entretenido mercadillo hippie.
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Si para la visita elegimos la mañana, Cales Fonts sigue siendo irresistiblemente encantadora. Nos cruzaremos tal vez con algún pescador amarrando su barca tras una jornada de trabajo, y puede que también un par de vecinas que hayan bajado a tomar el primer baño del día en las aguas limpias del puerto de Mahón.
En el horizonte de Cales Fonts se deja ver impenetrable la isla del Llatzaret, islote de cuarentena de quienes querían entrar en el puerto de Mahón y pudieran portar enfermedades contagiosas, como la peste bubónica.
Ahora que estás al otro lado del puerto de Mahón, aproveche para descubrir uno de los lugares imprescindibles de Menorca. Este pequeño y pintoresco pueblo es ideal para dar un paseo al final del día antes de disfrutar de uno de sus excelentes restaurantes o de los bares festivos del pueblo.
